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14 Agosto 2007:

Este relato ha sido concebido por Pimentel del Piquillo, natural de Villamalea (Albacete), durante el verano de 2007

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El topillo es uno de los peligros que amenazan nuestra sociedad actual; y aparece en todas partes...

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Los sarmientos y pámpana fresca
ven los brazos que palpan la cepa
cual si hurgaran falda picaresca
que podar con tijera que quepa.

Ya no son alimento de lumbre,
pero aterra el posible mordisco
del topillo en franca muchedumbre,
con mayores daños que un pedrisco.

No nos ha llegado todavía,
pero las noticias nos alarman
por su curva rápida de cria
que se burla de la norma estándar.

Condenado el climático cambio
que ha embarcado las aves rapaces
con sus remos y alas de recambio
en cayucos de metas audaces,
permutando el menú de topillo
por lo que el destino ponga en pico;
cucaracha sea, moscarda o grillo,
con lo que el del taladro en hocico
abre túneles a punta pala.

La cebolla y los tomates come,
devorando majuelos a tala;
y cualquier sembrado va al desplome,
sin remedio, comido de raíz.

¿Atacarle? Pues con agua a mares
para ahogarlo en gruta; ¡infeliz!,
¡¡con lo poco que llueve a raudales!!

¿Vaciaremos encima los pozos
de esta plaga que ahora prolifera
a resultas de ávidos retozos
por faltar depredadora fiera
que a bocados la mantenga a raya?

Esperemos se encuentre la fórmula
que nos haga ganar la batalla,
dando fin a tan dañina cópula
sin que otra especie peor la suceda,
como en las siete plagas de Egipto,
y sobrevenga el toque de queda,
tapado el sol por la horda en conflicto,
sin que sirva de ayuda colirio
para ver entre tanto desastre.

La mirada en blanco y el delirio
ser pudieran medidas de sastre
en este futuro Apocalipsis
que el cambio climático señala
con su acusador dedo de crisis
hurgando en ojo a la funerala.

Más nos preocupa la esclavitud,
en estos momentos de temor,
que se genera en la juventud
firmando hipotecas sin rubor,
en cuanto a los tipos de interés,
de variables zarpas al bolsillo
de las que no librará Moisés
sin sentar del pueblo en el banquillo
a los que atosigan con la usura
escondida en paquetes-regalo
que ligan con puntos de sutura
a préstamos que son un castigo
en caso de reiterado impago
con poco que queden sin 'trigo'
a causa de sufrir un mal trago.

La corruptela de los topillos,
amparada en los que hacen las leyes
y esconden manos llenas de anillos
forjadas con sobornos de fuelles
que avivan los infiernillos
de los que penan por el despojo
y acaban en tristes calzoncillos
con los cuerpos ebrios en remojo.

Entre visos de legalidad,
amparados en sus propias normas,
se camuflan topos de verdad,
acechando fundirte en sus hormas.

No es a cielo abierto el saco roto
que en los propios abismos taladra
la codicia del ávido topo
cuyas cuentas con la sangre cuadra
y el sudor del que trabaja loco,
sin saber si llega a fin de mes,
resbalando de nariz el moco
a su mesa falta de entremés.

Entre los sarmientos pende uva
en cuyos tobillos el recelo
de morir por su hocico, no en cuba
donde envejecer su largo duelo,
hace resentir color y grado;
aunque el incremento de la pena
le hace dar fruto acelerado,
dañando los brotes la cadena.

Por lo dicho de este animalillo,
comprobad si es verdadero topo
o si se trata de todo un pillo
de una red de miembro igual a copo,
y todos ellos bola de nieve;
cuyos caudales son de oro blanco,
cotizando al alza si se mueve
sobre más de un cojo y más de un manco...

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© Pimentel del Piquillo, 14 Agosto 2007